Wednesday, November 23, 2005

En Pimientilandia

“Había una vez, o quizá dos, un paraíso extraordinario llamado... Pimientilandia.”
Así, más o menos, arranca la película Yellow Submarine (1968), aventura psicodélica de dibujos animados que tiene a los Beatles como protagonistas, y acaso de esa manera podría iniciar en español el libro de ilustraciones del Submarino amarillo lanzado en el 2004 en distintos idiomas (inglés, alemán, francés, italiano, noruego, portugués y japonés, según la página oficial www.yellowsubmarine.com), pero del cual no hay noticia de una edición próxima en Latinoamérica o España.
El comienzo es clásico: “Once upon a time, or maybe twice, there was an unearthly paradise called... Pepperland”.
¿Se trata de un inocente relato? Lo curioso es que, tanto de su versión fílmica como impresa, habría dos lecturas: una lo percibe como una fantasía para menores de edad y otra como una amalgama alucinatoria reflejo de la ingestión de estupefacientes. Ya que el contexto social cambió, quizá ahora prevalezca que el Submarino amarillo sea considerado más como una fábula infantil, y de ahí que se imprima un tomo dirigido a los niños (pero que también buscarán los afanosos seguidores de los Beatles).
La psicodelia y las drogas caminaron juntas durante los años sesenta, y esto se reflejó en el repertorio beatle, pese a los testimonios en contrario. John Lennon insistía en que “Lucy in the sky with diamonds”, por ejemplo, no había sido inspirada por el LSD, cuyas iniciales contiene, sino en un dibujo realizado por su hijo Julian en el que Lucy, compañera de escuela, volaba por un cielo de diamantes, y acaso algo similar podría contarse de “Yellow submarine”, compuesta por Paul McCartney como divertimento para que la cantara Ringo Starr.
En esta ambigüedad entre lo cándido y lo malicioso se construyó un mundo imaginario al que de pronto, en la fiebre de la beatlemanía, podía acceder “todo público”, y cada quien interpretaba las cosas a su manera.
Y quizá desde entonces importó menos lo que había motivado el viaje que la odisea musical en sí misma.

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La canción “Yellow submarine” es del álbum Revolver (1966), como sexto track del lado A, y lleva la voz cantante el baterista de los Beatles. Tiene en los coros a sus compañeros, más Brian Jones (de los Rolling Stones), Marianne Faithfull (musa de Jagger y Keith Richards, ella misma solista), Pattie Harrison y George Martin, entre otros.
La tonada es simple y, por lo mismo, pegajosa. Tan conocida que hasta resulta vano citarla: “We all live in a yellow submarine / yellow submarine / yellow submarine”. Al guionista y productor Al Brodax se le ocurrió que de ahí podría salir una buena película, y se acercó a Brian Epstein, mánager del grupo. Éste pensó en dos cosas: ya aparecían en la televisión británica caricaturas de los Beatles, y había planeado que a futuro se hiciera un filme con esa técnica; y tenían el compromiso firmado con la United Artists por tres largometrajes, de los cuales se habían filmado sólo dos y no se veía cómo lograr que se hiciera el tercero. Acaso aceptarían cerrar con éste el contrato.
Accedió, pues. En tal caso, por lo mismo de que se trataría de animaciones, la participación directa de los Beatles sería limitada, e incluso no se precisaría de ellos para las voces de los personajes, encargadas a actores: John Clive fue Lennon, Geoffrey Hughes fue McCartney, a Ringo (y al jefe de los Azules Malosos) lo caracterizó Paul Angelis, y Peter Batten fue Harrison.
La aportación del cuarteto consistiría en cuatro canciones nuevas (que fueron “Only a northern song”, “All togheter now”, “Hey bulldog” e “It’s all too much”), a las que se agregarían “Nowhere man” de Rubber Soul (1965), “Yellow submarine” y “Eleanor Rigby”, de Revolver; “All you need is love”, lanzada anteriormente como sencillo; “When I’m sixty-four”, “Lucy in the sky with diamonds”, “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” y un fragmento de “With a little help from my friends”, del Sargento Pimienta; con arreglos orquestales a cargo de George Martin.
Brian Epstein hizo el trato, y el equipo de Al Brodax puso manos a la obra en un estudio de animación en el barrio de Soho.

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Había que construir una historia en torno a un submarino amarillo que navega por el verde mar. Debía ser el relato de un viaje imposible, a la manera del Julio Verne de las 20,000 leguas de viaje submarino o el Frank L. Baum del Mago de Oz o el Lewis Carroll de Alicia en el país de las maravillas, que sirvieron además como modelos gráficos.
En cuanto a los protagonistas, el cuerpo creativo revisó las dos cintas de Richard Lester en que los Beatles habían participado: A Hard Day’s Night (La noche de un día difícil, 1964) y Help! (¡Auxilio!, 1965), y que sirvieron para estudiar las voces y acercarse al humor beatle.
Gracias a que el 1 de junio de 1967 salió a la venta un siguiente álbum del grupo, el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967), se agregaron otros motivos: primero el nombre de la banda y su forma de vestir, tomada de la portada del disco, y luego el lugar de la fantasía, Pepperland, que podría traducirse como Pimientilandia.
Y comenzó a cobrar vida el cuento fílmico: “Érase una vez, o dos, en un paraíso de fantasía llamado... Pimientilandia. A ochenta mil leguas bajo el mar yace o se halla, no estoy muy seguro, esta tierra maravillosa donde canciones y risas corren junto con el viento y uno nunca se siente solo porque la banda del Sargento Pimienta está siempre tocando tu canción... O por lo menos así era hasta que apareció el ejército de los Azules Malosos, que odian la música y quieren desterrarla de Pimientilandia. Sus tropas son poderosas, con los perros de cuatro cabezas, los turcos mordedores, los largiruchos arrojadores de manzanas y el guante volador. El capitán Fred escapa de la guerra a bordo de un submarino amarillo que lo llevará, ochenta mil leguas arriba, a Liverpool, en busca de ayuda”.
La cinta fue dirigida por George During con guión de Lee Minoff, Al Brodax, Jack Mendelson y Erich Segal. El diseño gráfico estuvo a cargo del artista alemán Heinz Edelmann. Se estrenó el 17 de julio de 1968 en el London Pavillion; el disco circuló hasta seis meses más tarde, el 17 de enero de 1969.

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“Por la calle de la Esperanza vagaba Ringo desesperanzado.” Aunque era quizá el menos venturoso musicalmente, algo tenía Ringo Starr que de los cuatro fue tal vez el que más brilló en la pantalla. En torno a él gira la trama de Help!; y su melancólica caminata por las orillas del río en A Hard Day’s Night fue muy celebrada. Con el mismo ánimo se le encuentra en Yellow submarine, película y libro, en los que musita: “Liverpool suele ser un lugar solitario el sábado por la noche... y apenas es jueves por la mañana. ¡Nunca me pasa nada!”
La cinta no sólo despliega una gran imaginería visual, también juega con el lenguaje. Durante el primer ataque de los Azules Malosos vemos a la palabra know (saber) convertirse en now (ahora) porque el guante volador aplasta la K, y al fin en no al desaparecer la W. Cuando el capitán Fred llega con Ringo, le pide ayuda citando títulos del cancionero beatle: “Help! I really need somebody. Help!” o “Please. Pl-ea-se help me!”, por lo que el baterista afirma que la historia ha tocado su corazón y decide apoyarlo.
La expresión no se queda quieta: sólo por un leve movimiento de labios, el día sábado (saturday) se vueve el día de la cítara (citarday), que era el instrumento hindú entonces favorito de Harrison. O un beatle dice a otro beatle: “Si tienes que gritar, hazlo quedo”.
También son amplias las referencias visuales, con alusiones tanto a la historieta como al arte pop y la psicodelia. En unos instantes de proyección, muchas cosas ocurren: al beber una pócima, Frankestein se convierte en John Lennon; a Harrison se le descubre en un colorido viaje místico del que emerge con una enseñanza: “Todo está en la mente”; Paul aparece como un joven Mozart y lo cubren los aplausos; y Ringo es retratado como un moderno Charles Chaplin.
Para llegar a Pepperland, el submarino amarillo debe atravesar por mares y canciones: en el mar del tiempo se escucha “When I’m sixty four”; en el de la ciencia, “Only a northern song”; en el mar de la nada, “Nowhere man”; en el mar de las cabezas, “Lucy in the sky with diamonds”, hasta llegar al verde mar, antesala de su destino final.
A partir del mar de la nada se les une ese curioso ser que se presenta como Jeremy Hilary Boob, doctor en filosofía, físico eminente, políglota clásico, botánico premiado, mordaz satirizante, talentoso pianista y buen dentista, caricatura extraña del intelectual que está fuera del mundo, ajeno a la vida, metido en sus cavilaciones: “Tan poco tiempo, tanto por aprender”. Ringo lo califica como un verdadero hombre de letras, y para él es el tema “Nowhere man”, pieza asombrosa por críptica y clara a la vez: “He’s a real nowhere man / sitting in his nowhere land / making all his nowhere plans for nobody” (“Él es un hombre de ninguna parte / sentado en su ningún lugar / haciendo sus no-planes para nadie”). Aunque: “Isn’t he a bit like you and me?” (“¿No es un poco como tú y como yo?”)

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A Pimientilandia la salvan los Beatles con su música. Rescatan los uniformes y los instrumentos de la banda del sargento Pimienta, y atacan a los Malosos Azules con canciones. Los pimientilandeses regresan a la vida y al color. En la batalla el glove (guante) se convierte en love (amor), de cuya transformación nace el canto “All you need is love”, que hace huir a los Malosos y convierte a su jefe en un redondo jardín de rosas.
Esa historia llana se enriquecen tanto con las canciones de los Beatles, como con el arte creado por Heinz Edelmann. En éste se basa Fiona Andreanelli para la adaptación gráfica del libro; y el texto es de Charlie Gardner, según el guión original. El tomo mide 25 por 28 centímetros, tiene pasta dura y camisa, y repite, en cuanto la imagen de la portada, tanto al cd de relanzamiento (songtrack) como al dvd de la cinta restaurada, ambos de 1999.
El submarino amarillo puede ser, entonces, una canción que canta Ringo Starr en Revolver, una película psicodélica de los Beatles y el álbum que la acompañaba, y también el cuento contado a un niño. “And all our friends all aboard / many more of them live next door / and the band begins to play” (“Y nuestros amigos están abordo / muchos más viven al lado / y la banda empieza a tocar”).

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